viernes, 18 de junio de 2010



Niñez, Adolescencia y juventud
En el 80 por ciento de los casos, la depresión surge de manera progresiva y gradual. De síntomas inespecíficos y silenciosos, con frecuencia pasa inadvertida incluso para el propio paciente. A veces la desencadena la muerte de una persona querida, el divorcio de los padres, la traición de un amigo, la pérdida del empleo o cualquier otro factor externo desagradable. Incluso, el acné juvenil es una causa frecuente de depresión (muy explicable, por otra parte, ya que a determinada edad la apariencia física es un factor esencial de la autoestima).
En otros casos, sin embargo, no hay un motivo aparente para sentirse deprimido: simplemente la persona no tiene ganas de hacer nada, ni de hablar con nadie; llora sin razón y se aísla.
En los adolescentes, la depresión suele acompañar ciertos desórdenes de conducta, como anorexia, bulimia, drogadicción, violencia, promiscuidad sexual.
En términos generales, se considera que podría ser desencadenada, entre otras, por causas genéticas; por enfermedades antes mortales y hoy crónicas; por efectos secundarios de medicamentos utilizados ahora masivamente; por el consumo de drogas; e incluso por el alargamiento de la vida.
En la depresión juvenil parecen intervenir otros factores: los cambios acelerados en la forma de vida, en particular, la desintegración familiar y, la lenta ruptura con las tradiciones y las estructuras sociales. Entre los adolescentes, las chicas son más propensas a sufrir de depresión que los chicos. Además, la depresión está relacionada estrechamente con el suicidio. En el caso de todos los adolescentes, los síntomas de la depresión tienden a interferir con su desarrollo normal, a interrumpir las interacciones con su familia y a afectar su desempeño escolar.

En niños y adolescentes, los episodios de depresión duran de 7 a 9 meses y muchas de sus características son similares a la de la depresión en adultos. Los niños y adolescentes deprimidos están tristes, pierden el interés en las actividades que les gustaban antes, se critican ellos mismos y creen que otros los critican. No se sienten amados, son pesimistas y se creen impotentes en lo que se refiere a su futuro; piensan que no vale la pena vivir y se podrían presentar ideas de suicidio.
Los niños y adolescentes deprimidos frecuentemente se muestran irritables y esa irritabilidad puede generar un comportamiento agresivo. Son indecisos, tienen problemas para concentrarse y no tienen energía ni motivación. Podrían descuidar su apariencia e higiene y sus patrones normales de sueño podrían verse afectados. A pesar de que existen algunas similitudes, la depresión en los jóvenes es distinta a la de los adultos en ciertas formas muy importantes .
Los síntomas como el miedo a la separación o la renuencia a conocer a nuevas personas y los síntomas físicos como los dolores generalizados, dolores de estómago y de cabeza se observan con más frecuencia en niños y adolescentes que en adultos con depresión.
Los latinos que sufren de depresión tienden a expresar su angustia mental en términos de sufrimiento físico. Asimismo, en los adolescentes deprimidos es más frecuente la irritabilidad que la tristeza.
Por último, la depresión y otros trastornos afectivos son los factores de riesgo más importantes en el suicidio de adolescentes. Las investigaciones muestran que los padres en verdad subestiman este hecho.

El diagnóstico y tratamiento de niños y adolescentes deprimidos es un factor crítico para prevenir muchos problemas académicos, sociales, emocionales y del comportamiento. El diagnóstico oportuno puede prevenir los altos niveles de suicidio y violencia entre adolescentes que vemos en la actualidad.
El tratamiento eficaz puede permitir que los adolescentes vivan una vida plena. Los padres alertas pueden jugar un papel vital para ayudar a sus hijos a superar la depresión al identificar sus señales y síntomas básicos.
Le sería de mucha utilidad que usted imprimiera la lista de los factores de depresión.